Pues no tenía pensado escribir la crónica de este evento, pero visto que me convertí en protagonista involuntario, y ante la petición popular, ahí va:
Hemos tenido un comienzo de año monotemático con la famosa Little Jazz Mess del amigo Chilcot y creo que, en general, teníamos ganas ya de ver cómo iba a sonar esto en directo y ante el público. Quedaban atrás los ensayos de Kyries y Glorias con todos sus matices y venía la hora de la verdad.
Me da que tanto o más complicado que la preparación de la parte musical ha resultado la organización del evento culinario post-concierto. Haciendo gala de capacidad de improvisación, originalidad y sensibilidad presupuestaria, se ha podido corresponder de alguna forma al pantagruélico lunch que nos ofrecieron nuestros compañeros catalanes en el viaje de ida.
En fin, yendo al grano, la federación de coros nos prestó graciosamente un teclado (que sonaba muy bien, por cierto) con el suficiente tiempo como para asegurar la parte más complicada del concierto, que suele ser la disposición de los instrumentos varios (no hay más que recordar el famoso incidente con la guitarra).
Y así, solucionado el asunto del teclado, atril, banqueta, piano y pedal, abordamos el ensayo con pianista invitado, Oscar, cuya maestría al órgano conocíamos ya. Solo quedó pendiente la sujeción del pedal al suelo, que parece cosa menor, pero podía llegar a suponer un riesgo físico para los pianistas. Ya me estaba imaginando yo al pobre Oscar alargando el pie por debajo del teclado en busca del pedal perdido mientras le daba al Ojapidei con swing.
En el ensayo previo, y para sorpresa de algunos, descubrimos que éramos capaces de empezar y terminar cada uno de los números de la misa sin muchas más disonancias de las previstas en la partitura, y así, reconfortados y prudentemente confiados nos sentimos preparados ya para el concierto.
El día del concierto, y antes del mismo, tuvimos una sesión de ensayo conjunto con Cor Scandicus, por aquello de limar los últimos detalles. Ahí comprobamos que parecían haber ensayado tanto o más que nosotros el famoso Cant de la Senyera. Pero esta vez íbamos suficientemente preparados, sicológicamente, quiero decir.
En cuanto a su repertorio, nos regalaron con unos atisbos de lo que nos tenían preparado. Así que nos dimos directamente a la bebida, como de costumbre, para calentar la voz antes de la actuación y olvidar las penas.
Y así, cuando todo hacía presagiar una plácida velada, es cuando me di cuenta de que no había traído la chaqueta del uniforme. Y no será porque no estaba clarito en el mensaje de la presi… El hecho de que no fuera el único no me consoló en absoluto. De hecho, casi fuimos más sin, que con… Así que me armé de valor, y viendo que se acercaba ya Laida, me fui decidido a dónde ella y le expliqué la situación: “notelovasa jiji creer juju queresultaqueoye ejem quecosaseh semehaolvidado lachaqueta, jeje…”
Si las miradas matasen…
Y así, en otro alarde de improvisación y solidaridad con el eslabón más débil que es lo que hace fuerte a un grupo, decidió el órgano competente que cantáramos todos sin chaqueta. Pido sinceras disculpas al coro en general, a los que dándose cuenta antes que yo del problema se las arreglaron para agenciarse una chaqueta a tiempo perdiendo tiempo y dinero en taxis, y en particular a los que no habían planchado la camisa con un mínimo de gracia…
En cuanto a la introducción de nuestras obras, da gusto ver lo mucho que ha avanzado el coro en tema de idiomas: del austero “Bona tarda” de hace un año, hemos pasado a todo un florido discurso en fluido catalán que espero que alguien entendiera. Desde mi ignorancia, sonaba más a catalán de lo que sonaba a euskera aquello que nos soltaron allí.
Sobre las actuaciones, ya hay opiniones más cualificadas que la mía. Pero no puedo dejar de comentar un par de puntos. El primero, que nos debería llenar de satisfacción, (qué poco se habla cuando las cosas salen bien), es que nadie se tropezó o se perdió durante el ir y venir entre las columnas en el Evening Rise. Otro es que, en un alarde de proactividad y creatividad, hubo algún miembro del coro al que en plena misa jazz no se le ocurrió otra cosa que amenizar la interpretación con unos juegos malabares con partituras lanzadas al aire tipo confeti, que no sé si gustarían, pero desde luego sorprendieron al personal.
Otra que sorprendió (a los que no la conocen…) fue Itziar en el Ojapidei. Que si llega a ser en verano y le pilla un poco más morena, le confunden con Aretha Franklin en su solo de japijapijapijapiyeyeyeye.
Una vez terminada la actuación, y con la satisfacción de no tener que planchar la chaqueta, espero, nos fuimos a la carrera. La mayoría, a darle ya a la bebida y pintxos y algunos a dejar el piano, pedal, atril y banqueta en el local, donde espero que sigan a estas horas.
En cuanto al original poteo, dio tiempo a todo. Desde degustar finos pintxos, hasta comentar el partido de la final de la Champions con un individuo de origen latinoamericano fan del Borussia de Dortmund. Quién me lo iba a decir! Estableciendo lazos transatlánticos unidos por la animadversión al Real Madrid.
Tuve oportunidad de regalarle a la únicapianistaquedebedehaberlibrenecataluña del año pasado un par de velcros (que no debe de haber en toda Cataluña) con los que sujetar pedales en sucesivas actuaciones. Ahí le dejé, intentando pedir un txakoli o similar para acompañar el pastel de puerros. Ya tiene mérito la chica.
También tuvimos oportunidad de charlar con los integrantes del Cor Scandicus (por cierto, ¿alguien sabe qué significa?). Ahí aprendimos que, además de cantar, se dedican a hacer performances originales creadas por el director del coro, tipo mezcla de teatro y cánticos. Nos lo contó la que hace de diva en alguna de las actuaciones. Y es medio-donostiarra (ya sé que no os interesa, pero qué queréis que haga).
También acogimos con sorpresa la noticia de que les sonaba la Misa Jazz porque en su día la habían estado ensayando. El cielo es el límite. Voy a proponer en la junta que continuemos el año que viene con el intercambio y cantemos conjuntamente la misa jazz. Y la Senyera, a ver si a la tercera…
A medida que avanzaba la noche nos fuimos desplazando hasta el bar El Nido, donde rejuvenecí unos 40 años, cuando íbamos por esa zona a tomar algo y jugar al mus durante las clases de teología en la uni. Sí, teología, que era la Universidad de Navarra. Por cierto, cateé el primer examen de teología… Pero bueno, que me desvío…
Y así, después de sesudas conversaciones a la sombra del mismo poster del Corto Maltés que hace 40 años, un servidor y la gente sensata nos fuimos plegando txintxos-txintxos a casita, dando por finalizada la jornada.
Eso es todo amigos!
PS: he colgado en la misma percha el pantalón, la camisa y la chaqueta. Planchados.